Hay que pensar lo que se siente
y sentir lo que se piensa
Veo por todos lados tantas ganas de luchar, tanto ímpetu, y al mismo tiempo escucho tanta confusión respecto a los derechos que queremos conquistar y los deberes que necesariamente debemos asumir.
Frecuentemente vivo la sensación de que falta coherencia entre lo que sentimos, lo que pensamos y lo que decimos. A continuación, puse en el centro de mi propia mirada los problemas y conflictos que estamos viviendo como pueblo diaguita en renacimiento y eso fue suficiente para convencerme que debemos atrevernos a pensar en asuntos esenciales atingentes a nuestra identidad:
¿qué forma de vivir queremos, qué formas de organización social pueden ser adecuadas hoy, en qué medida las formas de organización de la población diaguita debe basarse solamente en las reglas de la legislación estatal actual, cuál es la relación de poder de los dirigentes y activistas diaguitas sobre sus gobernados, cuáles son los deberes de los que se identifican como diaguitas y los derechos a los que optaremos, en qué forma respetaremos las diversidades y minorías, de qué forma podemos resolver las disputas, que siempre serán más que las que desearíamos, etc.?
Tomé la nueva pluma de historiador, me senté frente al computador y me dispuse a hacer estas propuestas para la reflexión.
Como frecuentemente lo hago, intentaré graficar el tema con ejemplos históricos, con vivencias e historias de otros pueblos, pues, aunque distantes, siempre muestran similitudes en su devenir histórico.
En ello, además, considero ejemplos que nos sirvan para percatarnos que temas tratados como problemas externos, también están sucediendo, de manera similar, en el interior de nosotros mismos. Por ejemplo: si tuviera dificultades para aceptar la convivencia intercultural con hermanos de otras etnias, a pesar de declarar que tenemos genes indígenas comunes; entonces debería mirar primero hacia mi interior, reconocer quien y cuando instaló esos prejuicios en mi cabeza.
Si es algo negativo lo que siento, entonces tal vez sea hora de corregir rumbos, si por el contrario, es positivo, entonces el proceso de reflexión puede servir para fortalecer nuestra disposición de servicio a favor de nuestro pueblo y de todos aquellos que están con nosotros en luchas similares.
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